Fontana di Trevi. Foto: Ricardo Acosta

viernes, 18 de marzo de 2011

Para leer al anochecer, Charles Dickens


Para leer al anochecer es un delicioso volumen en el que se recogen algunas de las historias de fantasmas con las que Dickens fue salpicando su trayectoria literaria. Lo conforman pequeños relatos y fragmentos de novelas en los que surgen espectros de diferente calaña y con variadas intenciones. A Dickens le entusiasmaba reflejar a la sociedad británica de la época desde ambos puntos de vista: el de la víctima en vida y el del aparecido. A menudo, haciendo uso de la parodia, lograba el efecto reflexivo en el lector y, en la mayoría de casos, estos espíritus de turbio pasado hacen sospechar que el autor interpretaba la neblina londinense como el limbo donde iban a parar los desgraciados a la espera de cumplir su penitencia, dotándoles de un alma que, como es bien sabido por sus lectores, muchos de los personajes terrenales no poseen. Tampoco descartemos la acertada incorporación de los fantasmas en su afán por mostrar la desigualdad, no ya económica, sino corpórea, y la influencia que los entes ejercen en los vivos. A veces malignos, otras benefactores, Dickens juega con nosotros para que las intenciones no nos acaben de quedar claras desde el principio.

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